Del miedo a la esperanza
Hoy aprendí muchas cosas, todos los días se aprende, sin
duda, independientemente de que le vaya bien o mal, el ser humano tiene la
oportunidad de enfrentarse con el conocimiento, entender y aprovechar las
lecciones o bien enojarse, deprimirse o simplemente dejar pasar de largo lo que
pudo haber de enseñanza en cada experiencia. En mi caso, siempre lo he dicho,
soy privilegiada, me encuentro con las personas indicadas en los momentos
correctos. Hace ya 8 años inició un sueño con una simple locura: después de
asistir a varios congresos educativos como conferencista y tallerista siempre
regresaba pensando ¿Y si se hubiera hecho de esta forma? ¿Y si hubieran
incluido esto o lo otro? Y, además de frustrante, resultaba fútil tal
ejercicio, así que, un día, platicando con algunas personas, surgió la
iniciativa: realizar un magno evento, algo fuera de lo común, que resultara una
opción diferente para todos aquellos que asisten a congresos educativos, con
una propuesta innovadora y fresca, que empoderara a los maestros y que les
hiciera ver que, una vez que cerramos la puerta del aula somos los estudiantes
y nosotros, nada más, y de nosotros depende que esas vidas, ávidas de
aprendizaje, se conviertan en existencias útiles, productivas y, sobre todo,
felices.
Así surgió, en 2012, en marzo para ser más exactos, el 1er.
Congreso Iberoamericano de Calidad Educativa. Para conformar el programa
hicimos mucha investigación, recurrimos a diversas fuentes y platicamos con
muchas personas. Por fin pudimos conformar un programa interesante y atractivo,
pero existió una persona clave que, sin saberlo, marcó profundamente el rumbo
de este evento: Sergio Fajardo. Un ejemplo en Latinoamérica de cómo la
educación podía transformar la realidad social, no palabras, ni
investigaciones, ni datos duros, realidades. En cuatro años como alcalde de
Medellín, la ciudad más violenta de Colombia (y entre las más violentas del
mundo) fue transformada en una esperanza de cambio, de crecimiento e
innovación. Pudo abatir dramáticamente los índices de violencia y la cultura
comenzó una transformación profunda ¿cómo lo hizo? Con un eslogan y una bandera:
“Medellín la más educada”. Siendo un profesor universitario, un matemático, se
cansó de presentar propuestas y alternativas a las autoridades para poder
habitar una ciudad que ya resultaba intransitable, en la que el miedo era una
constante y en donde la gente no vivía, apenas lograba sobrevivir y con ello se
daba por bien servida; ante la apatía de los políticos decidió que la única
ruta viable era convertirse en político. Con un grupo de apenas 50 personas que
se comprometieron con el sueño, y después de 3 años de caminar a pie todo el
municipio, compartir sus ideas y convencer a más y más personas que, con un
principio básico: “ni un solo voto comprado”, le apostaron por esa transformación
que era sólo un sueño, logró llegar a la alcaldía de Medellín. A partir de ahí
la odisea fue complicada; el terreno agreste, las mafias incrustadas en el
poder como principales enemigos y la atomización social provocada por la
delincuencia y la corrupción, parecían enemigos invencibles. Sin embargo, como
buen científico, los hechos y el conocimiento profundo de lo que debía y sobre
todo el cómo debía hacerse, sirvieron como puntales para combatir tres plagas
que azotaban sin piedad a su municipio: la violencia, la corrupción y la
desigualdad, todas con profundas raíces compartidas y a las que debía
enfrentarse integralmente.
No bastaba con otorgar dádivas o programas de subvención
social, había que realizar un cambio profundo en la conciencia de la gente ¿Y
eso cómo se podía lograr? La única ruta posible, desde luego, es la educación y
él apostó todo a ella.
Esa experiencia palpable, ,en aquél momento en que pensamos
iniciar un cambio desde una propuesta clara que transformara la realidad educativa
en nuestro país, reuniendo y conectando a miles de docentes, fue inspirada por
este hombre y el día de ayer tuve la oportunidad de asistir a una conferencia magistral
que impartió; hoy impartió una segunda y tuve el privilegio de que me saludara,
un simple “Hola Mayra” me hizo el día, despedirme de beso de él y desearle buen
viaje fue como si mi esperanza se renovara por arte de magia, con un toque, un
guiño y un tácito “Vamos pa’ lante”.
Vivimos en México un momento de indefiniciones, no sabemos
para dónde continuará la política educativa de nuestro país, con una exlideresa voraz que amenaza con regresar, un modelo educativo nuevo que será
sustituido por otro, un desperdicio espectacular de materiales educativos que
sólo habrán durado un ciclo escolar y con muy buenas intenciones que resultan
poco esclarecedoras, creo que es momento de continuar, de “Echar pa’ lante” y
no rendirse, si este profesor universitario pudo cambiar una ciudad en la que
la gente llegaba a un mostrador y encargaba la muerte de otra persona por unos
cuantos pesos (la famosas oficinas de sicariato), donde se registraban más de
370 homicidios por cada 100,000 habitantes y trocó el miedo por esperanza ¿Por
qué miles de maestros no podemos cambiar la realidad? Es cuestión de no
rendirse, de regresar, de reunirnos y de dar ejemplo, que para eso nacimos
docentes y es lo menos que nuestras niñas, niños y jóvenes esperan de nosotros.