CRÓNICAS DEL CICE 1
O de cómo con los
fracasos se construyen los triunfos
Para mí hablar del CICE es como hablar de los hijos, no se
puede ser objetivo, es uno más de mis tantos hijos, biológicos y mentales. El Congreso
Iberoamericano de Calidad Educativa ha representado, desde el primero momento,
ahí en 2011 cuando nos lo empezamos a imaginar, un gran desafío. En ese
entonces ya llevaba yo algunos congresos como conferencista, tallerista y había
sido invitada a involucrarme en la organización de varios eventos de diversa
naturaleza. Pero el día que me pregunté ¿Por qué hacen Congresos de esta forma?
¿Por qué los maestros no pueden tomar la decisión de participar en los eventos
que prefieran o por qué las conferencias magistrales son dictadas por las “vacas
sagradas”, los grandes “gurús” de la educación (según las autoridades
educativas) y no hay espacio para quienes realmente conocen la problemática de
la educación desde el aula? Justo en ese momento recordé una frase que me
repetía constantemente un maestro en la FFyL de la UNAM “cuando tengas tu obra
entonces decides, mientras tanto tendrás que seguir órdenes” y esto,
definitivamente se aplicaba a la situación en cuestión. Así que en lugar de
querer cambiar la propuesta de cada organización o institución que organiza
congresos, comencé a soñar con mi congreso ideal. Así fue como surgió el CICE
que, puedo decir con orgullo, ha significado el parteaguas en las prácticas de
muchos de los educadores que han participado en sus diferentes ediciones.
En 2011 no teníamos muy claro con quién podríamos construir
un congreso o siquiera si a la gente le interesaría asistir a un evento de esta
naturaleza, un encuentro en el que hubiera una gran oferta de actividades pero
que al mismo tiempo todo el conocimiento que se compartiera durante aquellos
días pudiera ser aplicado en el aula, parecía algo demasiado utópico. Iniciamos
con un nombre, un logotipo y desde luego todo el amor y el compromiso con la
educación que tenemos. La idea primordial era que los docentes tomáramos el
control del rumbo de la generación del conocimiento, no que se convirtiera en
un evento propagandístico del modelo o la nueva reforma que propusiera la SEP; por
supuesto que nos acercamos a las autoridades, pero desde el primer momento
sabíamos que la relación sería difícil. Por norma general los secretarios de
educación de cada estado, municipio o departamento quieren tomar el control de
la situación, ponerse a decidir como los dictadorcillos en los que se
convierten llegando al puesto, aunque, en realidad, muchos de ellos nunca han
pisado un aula. El primer enfrentamiento fue conseguir los recursos sin ceder
terreno. Debo decir, para no hacer cansado el cuento, que en el primer CICE, en
marzo de 2012, realizado en Yucatán, México, terminó incluso con pleito de
abogados y fue un verdadero via crucis el que la Secretaría de Educación
cumpliera con sus compromisos; mejor salieron al rescate otras instituciones
como CULTUR o CONACYT que la institución titular de la educación en el estado. En
el trayecto hicimos muchos amigos que se conservan hasta el momento y que, debo
decirlo, arriesgaron incluso su puesto por apoyarnos.
En aquel momento las alianzas que se llevaron a cabo no
siempre fueron las adecuadas, hemos aprendido mucho en el trayecto y, debo
decirlo, muchas veces hemos terminado cargando muebles, haciendo comida o
levantando manteles al terminar cada evento, cansados hasta la médula pero con
la gran satisfacción de que cada uno de estos encuentros han sido maravillosas
experiencias de vida. Vivir esos instantes en que los docentes entienden tantas
cosas de por qué, cómo y para qué se toman ciertas decisiones políticas en
educación, darnos cuenta de que los debates se abren sin tapujos y que los
educadores se sienten cómodos y en libertad de expresar sus opiniones y
experiencias, es algo incomparable. Sabemos, porque lo hemos visto, que hay
quienes han participado en cada uno de los encuentros, nos han seguido por
distintos estados de México a Colombia y ahora están preparándose para
reunirnos en Barcelona, eso nos demuestra que el camino andado ha valido la
pena, que esas noches de insomnio o esos despertares abruptos a las 4 de la
mañana pensando en cómo resolver “x” o “y” complicación, tienen sentido, porque
cuando nos volvemos a encontrar no sólo celebramos el vernos, reconocernos y
compartir, sino también los avances y proyectos que tienen cada uno de estos docentes
que, lo afirmo categóricamente, son #DocentesExtraordinarios.
En otro momento continuaré con estas crónicas del CICE y
espero sean de su interés, porque, no están ustedes para saberlo ni yo para
contárselos, pero el chisme está bueno (jejeje). Un mundo de abrazos y regístrense
¡Nos vemos en #Barcelona!