La ridícula marcha contra Trump
Hay tantos temas de los que se me ha pedido opinión y he
evadido intencionadamente que me parece que pronto dejaré de hablar de manera
definitiva. Muchos pensarán que eso sería un verdadero milagro (yo entre ellos)
porque una de las cosas que más me ha costado en la vida es callarme, no
necesito mucha cuerda para que se me suelte la boca y es que la prudencia dicen
que llega con los años y a mí o no me han llegado en suficiente cantidad estos
(cosa que dudo ampliamente) o bien es algo que nunca arribará a mi vida. Lo cierto
es que la falta de prudencia me ha provocado muchos conflictos a lo largo de mi
vida y he aprendido, gracias a ella (o lo que dicen que es, pues muchas veces
tiene una única acepción: contenerse) que mucha gente, a pesar de títulos y
décadas cargadas en su haber, se siguen comportando como niños. No profundizaré,
pero hay un cierto personaje que fue rector de una prestigiosa universidad en
Colombia que se ofendió porque me tomé la molestia de señalarle algunas áreas
de oportunidad en la organización de uno de sus eventos, a tal grado que
incluso le pidió a varios “amigos” y conocidos que dejaran de hablarme, si, así
¡lo juro!, y lo peor es que estos, efectivamente, me retiraron hasta la vista;
debo confesar que eso me dio mucha risa, tanta que de nada más recordarlo no
puedo contener las carcajadas. En fin, para el caso da lo mismo, en ocasiones
prefiero callarme lo que pienso para no “ofender” a aquellos que son
intolerantes a la diferencia de pensamientos, pero hoy voy a tocar algunos de
esos tópicos pendientes que se han ido acumulando.
Uno de ellos es definitivamente el tema de moda: el nuevo
presidente del vecino país del norte que a diestra y siniestra ha ganado
enemigos de manera fácil y rápida. Tal parecería que es un hombre aún más torpe
que nuestro propio presidente, pero cuando hablamos de mandatarios no estamos
hablando de un personaje loco y solitario que corre por los llanos desnudo
gritando que admiren el traje del emperador, no, en estos tiempos modernos un
liderazgo de esa magnitud se ejerce por un grupo, no por individuos. Son personajes
construidos cuidadosamente en respuesta a demandas específicas. El mundo
necesitaba, desde la visión de los grandes consorcios y las élites
empresariales, de un “estate-quieto” singular. La historia nos ha enseñado que
la humanidad camina en ciclos que se repiten de manera dialéctica, vamos
evolucionando, definitivamente, pero debemos regresar a un punto que parecería
el de partida. Así, ante el arrollador avance en materia de derechos humanos,
equidad y participación ciudadana los contrapesos deben ponerse en acción. No existe
movimiento sin fuerzas opuestas que lo provoquen y definitivamente Trump es un
retroceso sustancial que nos ubica, a individuos que formamos parte de lo que
se llama genéricamente “pueblo”, en diferentes platos de la balanza, nos
polariza y separa en grupos humanos dispuestos al enfrentamiento y el conflicto
para generar ese movimiento que requieren nuestras sociedades.
El conflicto no debería ser algo que rehuyamos como
humanidad, gracias a él es que hemos podido construir una cultura y hemos
cohesionado algunos rasgos sociales, aunque también hemos sufrido pérdidas y
nos hemos perdido a nosotros mismos en esta ruta. Aquí la pregunta debería ser
¿para qué nos va a servir este conflicto con ideas tan radicalmente retrógradas
como las que sustentan a Trump en el poder? Porque con una gran parte de su
gabinete aprobado, entre ellos a una polémica secretaria de educación que
repartió dinero a manos llenas y de manera cínica a los congresistas, no
podemos pensar que se trata de un solo individuo maquinando y actuando contra
la humanidad entera, son grupos coludidos y movidos por un solo objetivo:
controlar a la gran masa. Y el control no sólo abarca lo económico (esa es sólo
la entrada) sino la propia conciencia.
Cuando un individuo tiene todo lo que se puede comprar, ha
podido acceder a todos los excesos posibles y tiene un ejército de mercenarios
a sus pies a lo único que puede aspirar es a comprar a las conciencias libres,
aquellos individuos que han escapado de su control. Dominar países enteros, lo
hemos visto, no es difícil para un imperio como el de EEUU, pero sin aliados
será un reto mayúsculo. Sin contar con organismos internacionales que mal que
bien lo han validado y le han permitido actuar a su antojo la adrenalina sube,
el desafío se convierte en algo que proporcionará un máximo placer al alcanzar
el objetivo. Aunque nos parezca inverosímil estas personas que han llegado a
esos niveles de notoriedad y riqueza no son más que animales básicos que se
mueven gracias a dos emociones primitivas: placer y dolor. El dolor de otros
les provoca placer y el placer es adictivo.
Así que no busquemos más explicaciones dentro de una lógica
que resulta demasiado racional para individuos tan primitivos, si Trump anuncia
alguna acción creámosla, es mucho más sencillo, él solo vende su trama y abre
su juego ¿para qué retorcernos en un laberinto de ideas y especulaciones? Pero no
olvidemos que, a pesar de que los EEUU han propiciado en gran medida muchos de
nuestros problemas, no está en atacar a un individuo la solución a nuestras enormes
carencias nacionales.
El domingo un grupo de élite, enfrentado quizá en una lucha
por los mismos espacios que los grupos del otro lado del Río Bravo, movilizará
quizá a miles para protestar contra la política de Trump bajo una marca cuidadosamente planeada a la que han bautizado como "Vibra México". Un movimiento sin
autenticidad valiéndose de la manipulación mediática tal vez logre que las
imágenes reflejen una “decidida protesta” contra la política del gobierno
gringo pero la realidad es que son grupos de poder que están tratando de
enmascararse bajo premisas que no tienen ningún interés real en rescatar a
nuestro país y menos favoreciendo a las clases populares (sólo baste mencionar que son ONG's que han recibido más de 238 millones de pesos por parte del gobierno mexicano y organizaciones internacionales). Pero como ya nos lo
enseñó la historia reciente: si los cubanos y muchos migrantes mexicanos
votaron por Trump ¿qué podemos esperar de nuestras clases precarizadas y
manipuladas aún por las grandes televisoras? Que México hará el ridículo, eso
es seguro, pero que nada nos sorprenda, somos testigos de la historia, nuestra
tarea es aprender de ella.