No a la argumentación de la planeación didáctica
A mediados del año pasado, 2015, el Instituto
Nacional para la Evaluación Educativa (INEE), después de una serie de devaneos
y pasos en falso, dio a conocer los instrumentos que se utilizarían, de manera
definitiva, en la evaluación del desempeño docente. Desde la publicación del
documento “Posibles tareas e instrumentos para la evaluación del desempeño
docente”1 se coqueteaba con la idea de implementar una tarea con
énfasis argumentativo, pero esa dimensión se pensaba integrar al “Portafolio
docente”; después de una serie de análisis y previendo las dificultades
técnicas y los conflictos que podría generar la evaluación de ese instrumento,
prácticamente fue eliminado y en su lugar se optó por el “expediente de
evidencias” que conserva, en alguna medida, una de las competencias docentes
planteadas por Perrenoud2, que, como sabemos, es el autor
emblemático de la Reforma Integral a la Educación Básica (RIEB), a través de su
“saber explicitar sus propias prácticas” inserta en la competencia número 10
que implica “Administrar la propia formación continua”; sin embargo se le
intentó dar un cariz de dominio de la evaluación de los aprendizajes esperados
tomando 4 ejemplos de estudiantes que se eligieran de manera “meditada”, aunque
el tiempo apremió y muchos docentes subieron lo que pudieron rescatar del ciclo
inmediato anterior.
El hecho es que un concepto fue acuñado de
manera que se podría juzgar como irresponsable, considerando la complejidad y
las prácticas recurrentes de un sistema educativo por demás viciado. Es bien
sabido que en este sistema los cotos de poder se tejen de la nada y así como
nos presenta la emblemática película “La Ley de Herodes” (Luis Estrada, 1999) a
cuyo personaje principal se le indica, de manera autoritaria, que se haga de
recursos económicos con la constitución, dándole con ello una amplia licencia
para la impunidad; de forma similar el INEE ha proporcionado un jugoso caldo de
cultivo a través de este instrumento que parecería, desde una visión aséptica y
“científica”, un recurso de auto-evaluación y reflexión docente de aceptable
fiabilidad. En lo que ha desembocado este ejercicio es en la exigencia, por
parte de directivos y supervisores de “Planeaciones didácticas argumentadas”
como un proceso cotidiano en la entrega de documentación del profesorado, lo
cual, en contra corriente del planteamiento de la autoridad educativa, que se
ufana de una “reducción burocrática” con la inclusión de dos figuras de
“descarga administrativa” en los organigramas escolares (el subdirector
académico y el subdirector administrativo), el docente se ha visto nuevamente saturado.
Podríamos pensar que la reflexión sobre la
propia práctica debería ser un ejercicio sano para todo docente y desde luego
lo es, pero en la práctica cotidiana solicitar una planeación didáctica donde
se incluyan todos los rubros mencionados por el INEE (contexto interno,
contexto externo, diagnóstico del grupo, elaboración del plan de clase,
fundamentación de las estrategias didácticas elegidas, metodología y
estrategias de evaluación) requieren por lo menos la disposición de unas 4
horas por planeación didáctica; esto quiere decir que, por ejemplo, si tenemos
un maestro de nivel básico, por decir, de secundaria, que imparte 3 materias a
8 grupos tendría que hacer 24 planeaciones didácticas anuales, 24 por bloque (5
bloques por ciclo3) y 24 semanales (porque hay instituciones que así
lo exigen) dando un total de 1104 planeaciones didácticas que deberá entregar
en un ciclo escolar; si consideramos esas 4 hs. para el diseño y realización de
cada planeación, estaríamos pensando en un total de 4416 hs. que ese docente
debería invertir para poder cumplir con esta exigencia sin sentido. Si este
docente tiene 3 materias que imparte a ocho grupos, siendo optimistas pensemos
en que atiende a cada grupo (por materia) durante dos horas a la semana, lo
cual significa que tiene una plaza con un mínimo de 192 hs. al mes, pero si
debe realizar esas 4416 hs. de planeación en un año, contando con los períodos
vacacionales y de receso entre ciclos, deberá invertir 441.6 horas mensuales
para llevar a cabo su planeación ¡Más del doble de lo que cubre su salario!
Por supuesto que los docentes no han estado de
acuerdo con esta práctica y han elevado su voz, sin embargo muchos directores y
supervisores continúan con la misma actitud, tomando en cuenta que ni siquiera
la planeaciones didácticas convencionales son revisadas a profundidad por estas
figuras de autoridad, la opción ha sido, como siempre, la simulación y muchos
de los profesores, por no enfrentarse con su cadena de mando, han optado por
ella… de todas formas tampoco los directivos han entendido bien a bien lo que
significa argumentar, así que las más de las veces el “copy paste” ha hecho su
aparición, pero yo me pregunto ¿Esta simulación beneficia en algo al sistema
educativo?
Los maestros deberán aprender (porque muchos de
ellos definitivamente no han logrado un buen nivel de desempeño en esta
competencia) a explicitar sus prácticas4, a realizar una
argumentación de su planeación didáctica como parte de un proceso de evaluación
por demás polémico, pero definitivamente me parece reprobable que el abuso de
poder siga haciendo su aparición de manera desmedida en el sistema educativo
mexicano. Una raya más al tigre.
Bibliografía
1 INEE. Posibles tareas e instrumentos para la
evaluación del desempeño docente. 2014, México D.F.
2 Perrenoud, PH. Diez nuevas competencias para
enseñar. Barcelona, Graó. 2004.
3 DOF. ACUERDO número 648. 17/08/2012
Recuperado: http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5264634&fecha=17/08/2012
4 Castañeda, M.
Planeación didáctica argumentada, el lib