Nunca he tenido una
amiga “Nena”
Nunca he tenido una amiga Nena lo juro, de verdad, yo sé
que para mucha gente puede parecer algo natural tener alguna conocida, amiga o
compañera de trabajo que se llame así (o que se auto nombre de ese modo) pero
yo no. Hice un repaso no muy profundo pero lo cierto es que no pude encontrar
ninguna y es que hoy, mientras revisaba mi muro de Facebook, encontré la
publicación de una prima que presumía de su amiga que le gusta auto nombrarse
del modo referido. No sé de dónde surgió esa moda, pero tengo muy claro a qué
tipo de mujer se refiere el nombre, hay “Nenas”, “Chiquis”, “Neninas”, “Bebas” o
una variedad de apelativos que juegan a ser diminutivos; mujeres de 30, 40 o
hasta 80 años que han vivido toda su vida con esos nombres de la manera más
natural, sintiéndose especiales, reconocidas o “queridas” porque les llaman de
manera “cariñosa”, a mí simplemente me parece una forma de disminuir o
disminuirse. Si algo me molesta en la vida es que me llamen “Mayrita”,
reconozco que quien me llama así lo hace porque le parece una forma de expresar
su aprecio, pero a mí siempre me ha parecido que es una manera de perpetuar la
infancia o de opacar y minimizar a las mujeres. No he sabido de ningún hombre
al que le digan “Nene Corcuera” o “Chiquis Landeros” menos “Nenino Lascurain”.
Yo he tenido el privilegio de contar con amigas (pocas),
compañeras y conocidas que se caracterizan por su seguridad y empoderamiento, a
ninguna le gustaría ser nombrada de esa manera, ya me imagino a una “Nena Conn”
o una “Chiquis Alvarez” o una (jajaja, no puedo continuar sin imaginarme sus
caras) “Beba Aparicio” o una “Chiquis
Dos Santos”. Les prometo que me van a estrangular, ya imagino sus caras cuando
lean este artículo y no puedo parar de reír. Me enorgullezco de conocer a
mujeres gigantes, muchas de ellas me han prestado sus hombros para pararme
sobre ellos y se los agradezco profundamente. No es que repudie o denigre a
quien le gusta ser nombrada así, ojo, me parece más bien que es un acto de
reproducción social que tiene muchas intencionalidades y cuyas víctimas son
esas mujeres que portan orgullosas los apodos, con los que fueron investidas en
la infancia, durante toda su existencia.
Desde luego que se sienten importantes y tienen un
comportamiento muy similar, pertenecen a las clases privilegiadas y pueden
viajar en yates, tienen esposos millonarios, pero siguen sufriendo la misma
violencia de género que las humildes mujeres que las sirven, con la única
diferencia de que ellas no se dan cuenta, sino definitivamente no se pondrían
esos nombres en sus perfiles de Facebook. Pero estas mujeres que viven vidas
pequeñas y sórdidas, que han sido menospreciadas por sus maridos o parejas, que
se sienten queridas porque sus madres les dijeron que estaba bien llamarse de
ese modo, muchas veces se encuentran en terribles trampas como de ratón en las
que no encuentran la salida del laberinto. Tienen que cubrir las apariencias y
siempre sonríen, lucen radiantes, con lo último de la moda, con la sonrisa más
perfecta que el odontólogo pudo proporcionarles, con la piel más lisa que el
último tratamiento de laser o de punta diamante les dio. No me imagino en qué
terrible situación puede estar (o sentirse) una persona para fingir un
atentado, algo así como que su ex marido quiso tirarla de un yate en
movimiento, para lograr que su divorcio les de unos cuantos millones para
fundar una compañía, sostenida por el nuevo marido, un Lord que provee lujos y
relevancia ¿Cuánta soledad se puede sentir para eso? Y no me refiero a nadie (bueno
en verdad sí, pero no les voy a decir a quien ni qué lazo familiar me une a
ella, finalmente todos son rumores y especulaciones) pero esta historia que
pudiera formar parte de la serie “Desesperate Housewives”, no es más que otra
cara de la violencia estructural ejercida sobre las mujeres en muchas partes y a
muchos niveles, la única diferencia es que ellas creen que son felices. En fin,
es uno más de los misterios de esta vida que no termino de comprender y que
sólo puedo escribir y compartir para ver si así se pone alguna pequeña piedra,
entre todos, que cambie un poco nuestra realidad, otro mundo, desde cualquier
trinchera, es posible.