La criminalización de la docencia



Entre el 19 y el 20 de este mes de abril han sido detenidas 6 personas por manifestaciones en contra de la reforma educativa en Sonora, entre ellos el Mtro. José Luis Portillo Liera identificado como uno de los principales líderes del llamado “movimiento Guaymas-Empalme” contra la reforma educativa, acusado de usurpación de funciones.

El delito de estos maestros y un padre de familia fue, en el estricto ámbito de lo legal y como “versión oficial”, el bloquear la entrada de un plantel educativo lo que constituye un delito federal y la usurpación de funciones en el caso del Mtro. Portillo, pero el motivo real por el que fueron exhibidos y violentados es el negarse a rendir una evaluación que, como ha sido reconocido por el propio Instituto Nacional para la Evaluación Educativa, ha resultado a todas luces fallida. En Sonora hay 84 maestros que fueron retirados de sus funciones “sin repercusión para la autoridad” por el simple hecho de no presentar ninguna de las etapas de la evaluación del desempeño docente.

Los maestros, que suman más de 3 mil en todo el territorio nacional, que fueron señalados por el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, para ser dados de baja en varios estados de la República han sido separados de sus cargos paulatinamente desde el pasado 31 de marzo, muchos fueron notificados al llegar a laborar, otros, incluso, fueron avisados en sus hogares mediante escueto oficio. Algunos de ellos ya llevan a cabo procesos legales de defensa de sus fuentes laborales, otros, como es el caso del maestro de Guaymas han decidido seguir presentándose a trabajar. Se supone que muchos de ellos ya debieron haber sido suplidos por nuevos docentes que, de acuerdo a los propios lineamientos de la SEP, tuvieron que haber sustentado un proceso de evaluación, sin embargo en la mayoría de los casos no ha sido así pues uno de los grandes huecos que deja la legislación educativa es justamente esa: maestro suplente puede ser casi cualquiera.

Entonces la lógica no aparece por ningún lado: se supone que los docentes separados de su cargo son aquellos que se negaron a la evaluación, muchos, en un juicio sumario popular promovido por los medios de comunicación en este prolongado linchamiento público magisterial que lleva más de tres años en México, han supuesto que estos docentes se negaron a la evaluación pues no cumplían con un mínimo de calidad requerido para estar frente a grupo, sin embargo, al ser separados de sus cargos, los grupos de niños que tienen bajo su responsabilidad, son atendidos por personas que en muchos casos ni siquiera cuentan con un título de educación superior, entonces ¿el discurso de la calidad educativa dónde queda?

Hay que ubicar que todas estas acciones que nos deberían indignar profundamente, así como la detención de los 18 maestros en Chiapas que salieron a protestar y fueron trasladados en avión a penales de la Ciudad de México, o la farsa de las consultas a “expertos” para la reforma a la educación superior que sacó a las calles a los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional, constituyen una embestida contra la educación pública, no contra “algunos revoltosos” como quieren presentar a quienes se atreven a levantar la voz.
Cada día que transcurre queda más claro que la reforma educativa es solamente una pantalla para privatizar la educación en nuestro país y esto debería indignarnos y movilizar a la gran mayoría pero desgraciadamente, mientras más violencia aplican las autoridades mayor indiferencia provocan en la mayoría de la ciudadanía.


Llevar a un maestro ante el ministerio público con una simple orden de presentación (que no autoriza en ningún momento la aprehensión) utilizando la violencia frente a sus estudiantes y los padres y madres de familia, debería constituir un acto de indignación general, pero como van las cosas no nos extrañe que dentro de poco los centros educativos realmente preocupados por preparar a nuestros niños y jóvenes para enfrentar esta nueva realidad brutal e implacable, tengan que ser clandestinos; cuando escuchar narraciones como la de Malala sea lo común en este país no nos asustemos, porque justo aquí es donde comienza ese proceso y ahora cuando hay que hacer algo, no simplemente quedarnos callados observando las pantallas de televisión con conductores que intentan, desesperadamente, hacernos creer que ser docente es un delito.

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