Origen no es destino

La epigenética está demostrando que nuestro ADN puede ser modificado, si podemos cambiar a nivel celular ¿tendremos límites para desarrollar nuestro potencial?


Un debate muy extendido es el que ubica a la inteligencia como un rasgo heredado y heredable, aunque los genetistas hasta el momento no han podido encontrar, en los marcadores genéticos, ningún rasgo que pueda determinar la inteligencia (o la falta de esta) dentro de nuestras secuencias de ADN lo cierto es que los educadores hemos podido observar que hay amplias diferencias entre los niños que provienen de cierto tipo de familias  con un capital cultural más amplio que los que no cuentan con esta ventaja de origen.

Los niños nacidos en familias con cierto nivel de ingresos, que podrían considerarse clase media, y cuyos padres han accedido a la educación superior cuentan con una ventaja que, hasta el momento, se ha atribuido al ambiente más que a los marcadores genéticos, y que ha podido ser estudiada durante los primeros años de su desarrollo. Si bien es cierto que a través del desarrollo del genoma humano la única diferencia que se ha podido observar entre los humanos está contenido en el 0.1% de la información que nos es heredada por nuestros ancestros (lo cual significa que contamos con 99.9% de marcadores similares) y que indica que somos básicamente idénticos al resto de los seres humanos a pesar de que podamos tener otro color de piel, otra conformación ósea, una neurofisiología diferente y rasgos totalmente disímbolos; lo cierto es que ese un 0.1% no ha dejado muy satisfechos a los genetistas por lo que en fechas recientes ha surgido una especialización enfocada en desentrañar los misterios de esa cantidad que se consideraba ínfima, de información que constituye un fenotipo y que nos hace radicalmente diferentes de nuestros familiares, incluso cuando se trata de hermanos gemelos.

Esta nueva rama de la genética se llama EPIGENÉTICA y aunque se data el nacimiento del término en 1942 lo cierto es que no se le había prestado tanta atención hasta que se pudo completar una secuencia de ADN y se contrastó con la conformación genética de otro ser humano, este contraste realizado por el Proyecto del Genoma Humano abrió la posibilidad de entender que uno de los segmentos de ADN constituido por una cantidad muy elevada de genes (30,000 aproximadamente), aunque difiere en apenas un 0.1% contiene a su vez "nudos" de la secuenciación de pares cromosómicos y estos "nudos" contienen la información que nos diferencia de nuestros parientes biológicamente más parecidos.

Una buena noticia que ha arrojado esta nueva especialización es que en estos nudos pueden ser modificados a lo largo de la vida. Si pueden presentar variaciones en la secuencia que resultan sustanciales en cuanto a la información que se modifica a lo largo de la vida ¿imaginas cuántas variaciones puede sufrir de una generación a otra?

Esta nueva perspectiva, que desde luego valida la influencia del ambiente en el desarrollo de un individuo, abre la posibilidad de entender muchos de los cambios que pueden haber a nivel celular pues, recordemos, nuestro genoma se encuentra en cada uno de los núcleos de las células que nos constituyen.

Si es posible variar la información genética de nuestro propio organismo es mucho lo que la escuela, los padres de familia y desde luego la sociedad pueden hacer para enriquecer la "materia genética" que constituye a un recién nacido, pero es mucho más lo que estos actores pueden hacer a lo largo de su propio desarrollo.

La epigenética está demostrando científicamente lo que ya muchos educadores sabíamos: el origen no es destino; independientemente de su herencia genética cada individuo puede modificar lo que sucederá en su vida gracias al ambiente y todos los adultos que nos dedicamos a la formación (padres, maestros, comunicadores, decisores, etc.) tenemos en nuestras manos la posibilidad de cambiar el futuro de millones de niños y de jóvenes, es más, podemos modificar nuestro propio "destino" y la herencia biológica no es más que una base que puede jugar a favor o en contra nuestra pero que no tiene el poder de marcarnos por toda nuestra existencia, contrario a lo que en nuestro imaginario social ha grabado a fuego ese determinismo biológico tan arraigado en frases como "el que nace para maceta no pasa del corredor" o "hijo de tigre, pintito". Así que la próxima vez que veas a alguno de tus estudiantes y pienses: "es que no tiene otra opción, así nació", borra esa frase inmediatamente, no existe peor destino que el juicio sumario de un docente.

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