¿Y el curriculum apá?

Tener autonomía de gestión es una demanda largamente anhelada entre el magisterio mexicano, poder determinar la estructura administrativa del plantel, las tareas, el modelo pedagógico a implementar,  pero sobre todo los presupuestos y el curriculum constituirían un verdadero cambio dentro del modelo educativo, sin embargo la autonomía planteada por la reforma educativa en curso no es más que un pequeño trozo de todo lo que significa la autonomía. Entender que este proceso puede operar en varios sentidos es fundamental para tener un panorama claro de lo que se avecina. Es cierto que esta autonomía, o su supuesta aplicación entró en vigor a partir del 2013, sin embargo lo único que hemos visto de ella es la delegación de responsabilidades económicas hacia las escuelas; muchas de ellas reportan no haber recibido presupuestos para cubrir servicios básicos y, cuando intentaron acceder a estos los supervisores o las autoridades estatales de educación les hicieron saber que estos gastos deberán ser cubiertos por los padres de familia.

Muchos padres de familia, de manera silenciosa, han tenido que ser requeridos para aportar cuotas anuales, semestrales y hasta mensuales, para cubrir los costos de energía eléctrica, agua, limpieza, etc.; además, es práctica común ahora entre los docentes solicitar, en la lista de útiles, materiales de limpieza (papel de baño, jabón, cloro, limpiadores, etc.) pues no existen partidas presupuestales designadas para ello. A pesar de este tipo de prácticas la Secretaría de Educación Pública y los diferentes niveles de gobierno se ufanan, al iniciar el ciclo escolar, difundiendo que no es legal solicitar cuotas a los padres de familia ¿Qué opción tienen directivos y docentes? ¿Quién cubrirá los gastos de operación de las escuelas? Porque no sólo estamos hablando de materiales didácticos e insumos pedagógicos, sino de herramientas operativas necesarias para que el edificio escolar pueda conservar un mínimo de dignidad para todos aquellos que desarrollan sus actividades durante 6, 8 o hasta 14 horas diarias en él.

En México hemos caído en varias zonas de confort y una de las que nos atenaza con más fuerza es la de solucionar los problemas sin recurrir a la autoridad, sino subsanar, a veces solamente ponerle un parche, a todas las necesidades que surgen en los planteles escolares y que, es necesario recordarlo, es obligación del estado cubrir.

Desde hace muchos años no contamos con una escuela pública realmente gratuita, se entiende que los padres deberán cubrir las necesidades individuales de los estudiantes (o los propios estudiantes si corresponde al nivel) y aportar útiles, uniformes, recursos didácticos, etc., pero es inconcebible que la autoridad solamente contemple la obligación de edificar una construcción, en el mejor de los casos, y cubrir los sueldos del personal. Los maestros mexicanos cubren el 30% del costo de la educación, así lo revela un estudio de la propia oficina de la OCDE en México, pero este es un dato que se ha quedado en la opacidad, porque a los intereses actuales, tanto del gobierno como de los empresarios, no les conviene hacerlo público, pero el propio organismo así lo dio a conocer ante diputados en 2012. A pesar de esto parece que el recurso económico que aportan los maestros, a través de útiles, materiales didácticos, incluso uniformes para sus estudiantes y comida, ya no será suficiente, ahora los padres deberán hacer aportaciones sustanciales si quieren que la escuela a la que asisten a sus hijos continúe en funcionamiento, la otra posibilidad es cambiarlos a una escuela particular, pero no todos tienen esta opción.

Así las cosas ahora esperamos que llegue el 25 de enero para saber qué “nuevas” nos tiene el secretario Nuño en materia de autonomía de gestión ¿la misma gata? Muy probablemente porque, como ha trascendido, su flamante equipo está más preocupado en cambiar los mensajes mediáticos e imprimirle mayor poder a la “narrativa” comunicativa que a realizar investigaciones serias o implementar acciones que den un giro a la reforma educativa que se ha desgastado a estas alturas del sexenio y en la que ya nadie cree, para poder, por lo menos, rescatar algunos rasgos que podrían llegar a ser valiosos. Es decir, lo que ha ocupado el tiempo y la mente del secretario y su equipo es la intención de “vender” el mismo discurso fallido… esperemos a ver qué tanto es política ficción y que tanto logra consolidarse como una verdadera propuesta de autonomía ¿y el curriculum apá? Ya de eso ni hablamos ¿verdad?



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