Contradicciones insultantes, las “éticas conciencias” en juego
Existen contradicciones que pueden ser
tolerables, pero otras francamente son inaceptables y hasta insultantes,
desgraciadamente en México parece que nos hemos acostumbrado a las segundas.
En una escuela tienen la costumbre de realizar
actividades en colegiado, son solidarios y se acompañan, como profesionales que
son, en diversas tareas; esta semana eligieron revisar los resultados de la
evaluación de los docentes convocados en el primer grupo, una maestra con
apenas 4 años de servicio tuvo resultados aceptables, fue calificada dentro del
grupo de “buenos”; mientras ella festejaba sus “próximos 4 años asegurados” un
maestro con más de 20 años de servicio, arbitrariamente convocado a este primer
ejercicio evaluativo, revisa sus resultados.
Se trata de un maestro que durante
años ha logrado colocar a sus estudiantes entre los primeros lugares en
diversos concursos, con una trayectoria llena de agradecimientos y logros; el
hombre no puede evitar las lágrimas cuando descubre que ha sido evaluado como
“insuficiente”. Un silencio mortal se apodera de la biblioteca que en ese
momento hace las veces de sala de maestros. Sus mejillas se anegan y no existe
situación más confusa para la cultura nacional que ver a un hombre mayor
llorar, nadie sabe cómo reaccionar, los más hábiles deciden revisar la
pantalla, confundidos, no caben en su asombro.
Esta escena no es exclusiva de una escuela en
Puebla, es la historia que se ha repetido con diversos actores y en diferentes
circunstancias a lo largo del país en esta semana de “revisión” de resultados;
esos que nadie sabe cómo llegan al puntaje global porque el INEE no ha dado a
conocer los puntos de corte, y que parecería más una organización de números y
de decisiones al azar, han llorado, pataleado, insultado, amenazado o
simplemente se han instalado en el desconsuelo. Es como sacarse la lotería pero
en lugar de participar alegremente en ella ha dejado profundas cicatrices que
tardarán años en borrarse.
Si sumamos los 12 mil maestros que se han
convertido en botín de guerra y cuyo futuro dependerá de las negociaciones
entre sindicatos y autoridad en una lucha por “ganar votos”, los más de 3 mil
que han sido dados de baja y los más de 14 mil que salieron insuficientes, sólo
en educación básica, podemos darnos cuenta de la magnitud de la catástrofe, son
más de 30 mil docentes (sin contar los más de 5 mil de educación media superior
que salieron insuficientes) que, o ya no cuentan con plaza o en este año se
jugarán su segunda oportunidad en la ruleta rusa, porque la contradicción se ha
vuelto afrenta en este proceso que se autojustifica con el débil argumento de
“no tenemos presupuesto”.
No existe presupuesto para revisar portafolios
docentes, ni para realizar observación de clase, tampoco existe presupuesto
para revisar un video de clase que sería elaborado por los propios docentes y
donde tendrían la oportunidad de demostrar lo que hacen en una clase no sólo
concretarse a elegir, como si se tratara de un casino “el número ganador”
dentro de una prueba sin sentido; pero si hay presupuesto para dietas y gastos
de representación de las cámaras de “representantes” (habría que pensar a quién
representan y cómo lo hacen) es decir nuestros diputados y senadores o para
comprar aviones tan lujosos que hay jeques que quieren uno de esos. Desde luego
tampoco hay presupuesto para ciencia y tecnología y menos para producir
conocimiento, pero esta es sólo otra piedra más al costal.
Los que toman estas decisiones deberían
replantearse las que han tomado hasta el momento porque una fuerza de más de 35
mil maestros que tienen en juego el futuro de sus familias no es cosa menor y
ahora no se va a tratar de juegos de poder y de botines de guerra, son gente de
carne y hueso que ha dejado la piel en el aula, que conocen a profundidad el
ejercicio docente y que han cumplido con su parte, algunos, desde luego,
tendrán que perfeccionar sus prácticas, pero no se merecen una evaluación de
esta naturaleza; aunque la mentira sea repetida mil veces no se convertirá en
verdad en sus mentes ni en sus vidas “válida y confiable” es el mantra actual
del INEE ¿válida y confiable para quién o para qué? Una evaluación que no está
piloteada, calibrada y cuyos puntos de corte no son claros ¿a quién puede
convencer? La contradicción se vuelve, también, bofetada, insulto, y es la
muestra clara de cómo el cinismo y el desdén se han adueñado, bajo la presión
adecuada, hasta de las “éticas conciencias” de académicos otrora respetables.