Los mitos de la acreditación, las escuelas morenas.
Gran revuelo ha causado la noticia de que un
partido político de izquierda en México ha abierto una serie de escuelas de
educación superior gratuitas y no cuenta con las acreditaciones por parte de la
Secretaría de Educación Pública para ello. Si bien es cierto que legalmente
está establecido que para que una educación superior brindada por particulares
sea válida en nuestro país y en los que tienen convenios al respecto con él, es
necesario que se cuente con el Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios
(mejor conocido como RVOE) en la práctica este trámite se ha reducido a la
demostración de la posesión de una serie de características superficiales que
no necesariamente garantizan la calidad educativa de los establecimientos.
A partir del año 2000, cuando se publica, en
julio, el acuerdo 279, resultado de la negociación entre la SEP y la FIMPES,
órgano representante del Consejo Coordinador Empresarial, los requisitos para
el otorgamiento de un RVOE están basados en la infraestructura y capacidad
económica de los solicitantes y no en su solvencia, calidad y pertinencia
académicas; los planes de estudio son un mero requisito que se basan en una
visión estandarizada de lo que debe ser un diseño curricular y el verdadero
negocio está en solicitar adecuaciones a espacios y materiales físicos,
realizar inspecciones ociosas aplicadas por personal que dista mucho de contar
con los conocimientos pedagógicos para los requisitos reales del proceso
enseñanza-aprendizaje, por lo que, basados en “el manual” exigen ediciones de
libros que muchas veces son obsoletos, que se concretan a la visión
funcionalista o que resultan francamente imposibles de conseguir; igualmente
queda al criterio de cada inspector la posibilidad de determinar si “x” o “y”
espacio es realmente adecuado para impartir escolarización del nivel referido,
lo que crea una gran desconfianza y abre amplios espacios para la corrupción,
así hemos visto la propagación escandalosa de las llamadas “escuelas patito”.
Ahora que un partido (he de mencionar que los partidos
no son de mi confianza y ninguno es de mi preferencia) decide utilizar los
recursos públicos que le han sido asignados para construir escuelas de
educación superior en diferentes partes del país la opinión pública se centra
en si los estudios que imparte son acreditables o no. Según el propio acuerdo
279 es requisito, de no contar con el RVOE, hacerlo público, de esta manera
nadie es timado, tomemos en cuenta que esta educación que se está ofreciendo no
solicita retribución económica, así pues no existe una relación “Prestador de
servicio-cliente” y siempre que se haga público el hecho de que no se cuenta
con reconocimiento oficial dicho partido no viola ninguna ley y creo que aquí
hay un tema aún más importante ¿Qué necesitan nuestros jóvenes un título o las
competencias y habilidades necesarias para insertarse con éxito en la edad
adulta?
Me confieso ignorante en cuanto al diseño
curricular, la planeación pedagógica y el modelo de estas escuelas, pero me
aterra pensar que antes de investigar cualquier cosa ataquemos un esfuerzo que
se sale de lo común y al que deberíamos estarnos sumando los educadores,
justamente para defender lo que debe ser defendido: el derecho de nuestros
jóvenes a una educación superior de calidad y que, ya ha quedado claramente
evidenciado, el estado es incapaz de proveer en proporción a la demanda
existente.
Y aquí aprovecho un llamado a todos los
educadores ¿quién se apunta para aportar y defender este proyecto con la
finalidad de que no se convierta en una fábrica de militantes y sea lo que nos
han ofrecido: una alternativa para miles de jóvenes que requieren educación
superior? Espero que Morena sea congruente y nos abra las puertas a quienes
queremos aportar, sumar y pasar de la crítica a la acción, sin ser militantes o
siquiera simpatizantes de su partido. La invitación está hecha.