La guerra que se avecina



Todo parece estar listo para la presentación, espectacular desde luego, de los resultados de la Evaluación del Desempeño Docente que se llevará a cabo el próximo lunes 29 de febrero. 
De lo que en la ceremonia que, al parecer, se realizará en Los Pinos dependerá en gran medida el rumbo de la llamada reforma educativa. 

A partir de ayer viernes varios maestros, los primeros lugares de cada estado, han sido contactados vía telefónica desde la Secretaría de Educación Pública federal para recibir felicitaciones, un jugoso bono (presumiblemente de $100 mil) y una invitación exclusiva con gastos pagados a la Ciudad de México para recibir de manos del presidente, el respectivo reconocimiento. 
En esta ceremonia seguramente estarán presentes los actores políticos más relevantes para el gobierno y es un aval amplio que se realizará de la gestión del actual secretario de educación, Aurelio Nuño, por parte de la presidencia. No es secreto que el delfín de Peña Nieto recibe constantes muestras de apoyo y que cada paso que da es reportado a su jefe directo; del tratamiento que se dé a esta presentación de resultados, de la presencia de los consejeros del INEE y demás señales discursivas dependerá si se continuará por el mismo rumbo, aplicando la ley de acuerdo a esta reforma administrativa o si se minimizarán sus efectos por la próximas elecciones estatales.

Lo que es de llamar la atención es la reacción de miles de docentes que han denostado, en redes sociales, a los profesores que han compartido ser los privilegiados en este proceso y comparten haber recibido la respectiva llamada desde los cuarteles centrales de Nuño; todo parece indicar que la campaña de enfrentamiento entre el magisterio está surtiendo efecto (bueno, eso lo habíamos podido percibir desde la propia aprobación de la reforma), por un lado está el bando de los que están dispuestos a evaluarse, bajo el argumento de que quieren contribuir a elevar la calidad educativa (aunque ellos mismos reconozcan que los mecanismos implementados no son los adecuados), que actúan más en base al miedo de perder la plaza que de una convicción auténtica, aunque, ojo, esto no quiere decir que no sean maestros realmente comprometidos con su propio ejercicio y crecimiento profesional; y por el otro están los que creen que seguimos viviendo en ese México de los chantajes y las presiones de grupos de poder específicos, como, por ejemplo, la dupla SNTE-CNTE, donde los profundos lazos que unían a políticos y líderes parecían indestructibles. 

Este grupo todavía confía, ingenuamente, en que sus representantes lograrán modificar la legislación administrativo-educativa; lo cierto es que no todo está perdido y quizá, no tanto por las propias presiones magisteriales, sino por la presión de las elecciones, el gobierno decida dar un giro a la aplicación de esta llamada “reforma estrella” que constituye uno de los pocos resquicios que quedan a la presidencia, por lo menos hacia el exterior, de erigirse como la administración (y desde luego el presidente) que cambió de rumbo al país.

La mayoría de los habitantes de este país estamos molestos, indignados y, en muchos lugares la indignación ha empezado a apertrecharse, no en sentido figurado; parece que esta clase política excesiva, cínica y rapaz comienza a replegarse, por lo menos eso se rumora, en algunos estados, y no es momento propicio para “aplicar la mano dura”; ante esta perspectiva la estrategia será entonces: divide y vencerás. Los maestros que no se evaluaron serán separados de su cargo; los que calificaron como “no idóneos” tendrán otras dos oportunidades y los que obtuvieron los mejores puntajes por estado recibirán sus bonos y aumentos de sueldo, lo que los convierte en el blanco de las críticas, de la envidia, pero también en la aspiración para muchos de nuestros docentes, lo que, hay que poner atención en ello, puede desembocar en esa guerra intestina que convierta el ciclo escolar en una carrera por “prepararse mejor” para la evaluación y se deje a un lado la verdadera intencionalidad de la escuela que es, o debería ser, coadyuvar en la formación de niños y jóvenes capaces de enfrentar su vida adulta y ser felices, pero como eso no se puede medir con puntajes y gráficas ha pasado a formar parte de algunos discursos y en la práctica, en el día a día de las aulas, veremos reflejados, en muy poco tiempo, los resultados de esta campaña política que ha comenzado, salvajemente, rumbo al incierto y espeluznante 2018. 

Ya veremos dijo un ciego...

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